Te vi esta mañana salir de la pileta;
tenias algas azules sobre las cuerdas.
Querías algo que no
sabes diferenciar;
hay algo en el agua
que te mantiene a salvo.
Y tengo a mi brazo estirándose
por amor.
Eres un pez inmenso
que navega en grandes profundidades;
y se lleva puesto
grandes erupciones
en tus flamantes paredes.
La ultima noche te desarmabas
sobre los maderas frias de la granja;
querías armarte de cero
pero estas tan acostumbrada
a desarmarte
en tu interior
cuando sonríes sobre tu dolor.
Que tengo mis esqueletos en movimiento
ante este baile;
no te soltare hasta que de mi nuca
haga tallos de este gran árbol
que nos defiende
de la tormenta
que humedece nuestras costillas.
La copa del todo
que nos deja con sabor de tensión
en nuestros escuálidos cuerpos.
Tenemos los mismos fantasmas.
De la strada a ocho y media;
cantando canciones de tuba
desde nuestra niñez.
Tenemos marcas
sobre esa debilidad
de nuestro cuerpo,
cuando todos
se preocupan por el primer hombre en la luna,
nosotros vemos algo mas,
cuando somos desnudos
en nuestra baño.
Asi que tengo a este brazo
girando sobre las planta del mar.
Puedes sumergirte tanto hasta desaparecer,
pero mi amor sigue aca,
lo que quieras,
que tengo quebrando huesos
en esta danza
para darte pedazos
en tu boca.
Vos estabas tirada
sobre
la mesada de la casa sepia.
Oías coros de fondo;
el horizonte es un dibujo
de tu hermana,
que desapareció junto a esos
misteriosos seres,
en noviembre.
Te veo hablar,
te veo elevar.
No tiene las mismas uñas.
Esta a unos metros de la tumba de la madre,
que todos fuimos,
cuando no teníamos nada;
mas que un bebe pariendo dentro.
Otra epoca.
Otro julio de amor.
Vos sabes como las hojas se secan,
y tienden a desaparecer;
el mismo milagro
se proyecta en la terreza
de los celulares haciendo emergencia,
a solitarios con necesidad.
Te oi llegar,
no se donde estas.
Los muebles se mueven a temblar,
y la escalera tiene olores,
nosotros fuimos el todo,
para colisionar en el volcan,
que deja a nuestras versiones pasadas
hablando aun
en espacios fantasmas.
Y ante mis manos,
que a punta pie,
estoy intentando,
raspar al cielo;
cuando toda mi casa se da vuelta,
y siente a su cuerpo,
desprenderse de su alma.
Te oigo hablar.
Te oigo llorar.
Sos todo eso que siento,
cuando las nubes son azules.
El hijo se va,
el otro muere.
Nosotros somos esas cenizas
que mis padres dejaron
para que tenga al fin paz de mi.
Cuando se fueron.
Libertad de nosotros.
De tus palabras;
ya no soy quien era.
Vos no estas mas tirada ahi...
Nadie queda en esta fiesta.
Ya no son iguales los años,
las voces son distintas,
cuando me arrojo en el aire espacial.
Y mis pulmones,
lentamente respiran;
no duele mi cuerpo.
Y lejos de todo
se ve un enorme arbol,
bajo el soplo de una neblina,
y dos chicos
descansando
sobre los tallos mas viejos y bellos de la vida.
tenias algas azules sobre las cuerdas.
Querías algo que no
sabes diferenciar;
hay algo en el agua
que te mantiene a salvo.
Y tengo a mi brazo estirándose
por amor.
Eres un pez inmenso
que navega en grandes profundidades;
y se lleva puesto
grandes erupciones
en tus flamantes paredes.
La ultima noche te desarmabas
sobre los maderas frias de la granja;
querías armarte de cero
pero estas tan acostumbrada
a desarmarte
en tu interior
cuando sonríes sobre tu dolor.
Que tengo mis esqueletos en movimiento
ante este baile;
no te soltare hasta que de mi nuca
haga tallos de este gran árbol
que nos defiende
de la tormenta
que humedece nuestras costillas.
La copa del todo
que nos deja con sabor de tensión
en nuestros escuálidos cuerpos.
Tenemos los mismos fantasmas.
De la strada a ocho y media;
cantando canciones de tuba
desde nuestra niñez.
Tenemos marcas
sobre esa debilidad
de nuestro cuerpo,
cuando todos
se preocupan por el primer hombre en la luna,
nosotros vemos algo mas,
cuando somos desnudos
en nuestra baño.
Asi que tengo a este brazo
girando sobre las planta del mar.
Puedes sumergirte tanto hasta desaparecer,
pero mi amor sigue aca,
lo que quieras,
que tengo quebrando huesos
en esta danza
para darte pedazos
en tu boca.
Vos estabas tirada
sobre
la mesada de la casa sepia.
Oías coros de fondo;
el horizonte es un dibujo
de tu hermana,
que desapareció junto a esos
misteriosos seres,
en noviembre.
Te veo hablar,
te veo elevar.
No tiene las mismas uñas.
Esta a unos metros de la tumba de la madre,
que todos fuimos,
cuando no teníamos nada;
mas que un bebe pariendo dentro.
Otra epoca.
Otro julio de amor.
Vos sabes como las hojas se secan,
y tienden a desaparecer;
el mismo milagro
se proyecta en la terreza
de los celulares haciendo emergencia,
a solitarios con necesidad.
Te oi llegar,
no se donde estas.
Los muebles se mueven a temblar,
y la escalera tiene olores,
nosotros fuimos el todo,
para colisionar en el volcan,
que deja a nuestras versiones pasadas
hablando aun
en espacios fantasmas.
Y ante mis manos,
que a punta pie,
estoy intentando,
raspar al cielo;
cuando toda mi casa se da vuelta,
y siente a su cuerpo,
desprenderse de su alma.
Te oigo hablar.
Te oigo llorar.
Sos todo eso que siento,
cuando las nubes son azules.
El hijo se va,
el otro muere.
Nosotros somos esas cenizas
que mis padres dejaron
para que tenga al fin paz de mi.
Cuando se fueron.
Libertad de nosotros.
De tus palabras;
ya no soy quien era.
Vos no estas mas tirada ahi...
Nadie queda en esta fiesta.
Ya no son iguales los años,
las voces son distintas,
cuando me arrojo en el aire espacial.
Y mis pulmones,
lentamente respiran;
no duele mi cuerpo.
Y lejos de todo
se ve un enorme arbol,
bajo el soplo de una neblina,
y dos chicos
descansando
sobre los tallos mas viejos y bellos de la vida.
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